A menudo vemos como la escritura forma parte
fundamental de nuestras vidas ya que es muy importante para la correcta
comunicación entre las personas y si escribimos mal no habrá un entendimiento
hacia nuestros lectores.
Si bien es cierto que desde que estamos pequeños
nadie nos enseña a redactar, solo nos enseñan lo básico como leer y escribir,
incluso en las mismas aulas los niños pequeños no tienen un impulso a usar el
razonamiento, digamos que todo se enseña de forma muy sistemática que no
permite al estudiante desarrollar su máxima capacidad de razonamiento y lógica.
Pero también es cierto que no todo se aprende en las
aulas, ya que el estudiante debe tener esa parte de autodidacta y aprender
nuevas cosas a base de lectura de libros que lo impulsen y cultiven día a día y
que enriquezcan al alumno tanto en su vocabulario y en su cultura en general.
Gracias a este libro de "La cocina de la
escritura" podemos encontrar puntos muy particulares que un trabajo o un
escrito deben de llevar para poder ser comprendido hacia el lector al que vaya
dirigido.
Esta lectura expone diferentes elementos de la
escritura que son permisibles en todo tipo de textos sin importar el grado de
escolaridad, ya que tanto un trabajo de primaria hasta un trabajo de educación superior
puede utilizar estos diversos instrumentos para poder llevar a cabo la conformación
de dicho trabajo.
El objetivo de las investigaciones sobre legibilidad
es aprender a predecir y a controlar la dificultad del lenguaje escrito.
Una comunicación transparente es esencial para un
buen gobierno. Por tanto, es responsabilidad de la escritura oficial que sea
inteligible y que no confunda a la gente ni le haga la vida difícil con
palabras poco familiares o frases largas e impenetrables.
Escribiendo se aprende y podemos usar la escritura
para comprender mejor cualquier tema.
Para poder escribir bien hay que tener aptitudes,
habilidades y actitudes. Es evidente que debemos conocer la gramática y el léxico,
pero también se tienen que saber utilizar en cada momento.
El desarrollo tecnológico ha sacudido también a la
escritura, como a tantas otras actividades. La cocina del escritor se ha
llenado de todo tipo de artefactos sofisticadísimos. Siempre será mucho más
agradable deslizar la pluma sobre la rugosidad de un papel de barba a ser
posible rodeado de un bonito paisaje, pero nadie discute que cualquier
ordenador mínimamente digno simplifica el trabajo. Por otra parte, cada vez
tecleamos más y caligrafiamos menos: dentro de poco solo utilizaremos las
plumas para apuntar números de teléfono, firmar cheques o escribir algún poema
personal.
Con diccionario y verificador ortográfico incorporados.
Al aprendiz amateur le basta una libreta y un bolígrafo, mientras que el
profesional necesite libros de consulta, unos rotuladores determinados o quizá incluso
casetes para grabar.
Una situación determinada nos empuja a escribir, de
manera más o menos consciente. A veces queremos divertirnos un rato, informar a
alguien de un hecho o apuntar lo que se nos ha ocurrido para no olvidarlo. En
cualquier caso, el escrito es una posible respuesta, entre otras, a la
circunstancia planteada.
Una buena técnica para accionar la máquina de
escribir consiste en explorar las circunstancias que nos mueven a redactar. Mi
profesor de matemáticas decía que un problema bien planteado ya esta medio
resuelto. Del mismo modo, una situación comunicativa bien entendida permite
poner en marcha.
Como vemos, el autor del libro es un amante de la
escritura y gracias a su amor por ella nos transmite en su libro ese
sentimiento de gusto hacia la escritura, gracias a que el autor nos explica
todo de una forma muy sencilla y clara.
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