jueves, 3 de mayo de 2012

La cocina de la escritura de Daniel Cassany


A menudo vemos como la escritura forma parte fundamental de nuestras vidas ya que es muy importante para la correcta comunicación entre las personas y si escribimos mal no habrá un entendimiento hacia nuestros lectores.

Si bien es cierto que desde que estamos pequeños nadie nos enseña a redactar, solo nos enseñan lo básico como leer y escribir, incluso en las mismas aulas los niños pequeños no tienen un impulso a usar el razonamiento, digamos que todo se enseña de forma muy sistemática que no permite al estudiante desarrollar su máxima capacidad de razonamiento y lógica.

Pero también es cierto que no todo se aprende en las aulas, ya que el estudiante debe tener esa parte de autodidacta y aprender nuevas cosas a base de lectura de libros que lo impulsen y cultiven día a día y que enriquezcan al alumno tanto en su vocabulario y en su cultura en general.

Gracias a este libro de "La cocina de la escritura" podemos encontrar puntos muy particulares que un trabajo o un escrito deben de llevar para poder ser comprendido hacia el lector al que vaya dirigido.

Esta lectura expone diferentes elementos de la escritura que son permisibles en todo tipo de textos sin importar el grado de escolaridad, ya que tanto un trabajo de primaria hasta un trabajo de educación superior puede utilizar estos diversos instrumentos para poder llevar a cabo la conformación de dicho trabajo.

El objetivo de las investigaciones sobre legibilidad es aprender a predecir y a controlar la dificultad del lenguaje escrito.
Una comunicación transparente es esencial para un buen gobierno. Por tanto, es responsabilidad de la escritura oficial que sea inteligible y que no confunda a la gente ni le haga la vida difícil con palabras poco familiares o frases largas e impenetrables.

Escribiendo se aprende y podemos usar la escritura para comprender mejor cualquier tema.
Para poder escribir bien hay que tener aptitudes, habilidades y actitudes. Es evidente que debemos conocer la gramática y el léxico, pero también se tienen que saber utilizar en cada momento.
El desarrollo tecnológico ha sacudido también a la escritura, como a tantas otras actividades. La cocina del escritor se ha llenado de todo tipo de artefactos sofisticadísimos. Siempre será mucho más agradable deslizar la pluma sobre la rugosidad de un papel de barba a ser posible rodeado de un bonito paisaje, pero nadie discute que cualquier ordenador mínimamente digno simplifica el trabajo. Por otra parte, cada vez tecleamos más y caligrafiamos menos: dentro de poco solo utilizaremos las plumas para apuntar números de teléfono, firmar cheques o escribir algún poema personal.

Con diccionario y verificador ortográfico incorporados. Al aprendiz amateur le basta una libreta y un bolígrafo, mientras que el profesional necesite libros de consulta, unos rotuladores determinados o quizá incluso casetes para grabar.
Una situación determinada nos empuja a escribir, de manera más o menos consciente. A veces queremos divertirnos un rato, informar a alguien de un hecho o apuntar lo que se nos ha ocurrido para no olvidarlo. En cualquier caso, el escrito es una posible respuesta, entre otras, a la circunstancia planteada.

Una buena técnica para accionar la máquina de escribir consiste en explorar las circunstancias que nos mueven a redactar. Mi profesor de matemáticas decía que un problema bien planteado ya esta medio resuelto. Del mismo modo, una situación comunicativa bien entendida permite poner en marcha.

Como vemos, el autor del libro es un amante de la escritura y gracias a su amor por ella nos transmite en su libro ese sentimiento de gusto hacia la escritura, gracias a que el autor nos explica todo de una forma muy sencilla y clara.

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